Hay veces que me cuestiono,
lanzo las preguntas
al aire...
y caen sin respuesta.
¿Cómo podemos impasibles
mirar hacia otro lado,
mientras las personas mueren
desgarrándose en afiladas concertinas,
padeciendo violaciones y
vejaciones de todo tipo?
¿Qué nos pasa
para no darnos cuenta
que nadie elige
la cuna donde nace?
Y que la nuestra,
mecida por un descarnado capitalismo,
sin alma,
encumbrada en un trono
ya hecho pedazos,
cae resquebrajada
envuelta en un halo de oxido.
¿Dónde quedo
nuestro sentido común,
empatía y responsabilidad,
qué por proteger
unas fronteras,
todo vale...?
Excepto, reinventar nuevas formulas,
que evitarán desembocar
en la negra muerte
No hemos sido capaces
de parar ese continuo desenfreno,
no sé, hacia dónde...
para detenernos y pensar,
que nadie elige voluntariamente
su madre ni su padre,
su casa ni su barrio,
su nación ni su color.
Qué se ven obligados
a huir de infiernos
de hambre y dolor...
Dejando lo conocido,
su tierra, su casa,
y a duras penas
con los pies arrastrando,
envolver los recuerdos
entre jirones de su piel,
cansados, maltratados,
y lanzarse al abismo
de una oportunidad de vida
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