domingo, 2 de febrero de 2014

Debí de soñarte



Esta mañana, 
me desperté con las palabras
 intentando salir a borbotones de mi boca,
pero no estabas…
¡Debí de soñarte!
De hecho, hace tanto y tanto que te fuiste…
El tiempo cómo es él, tenaz,
igual que erosiona y transforma las montañas,
ha ido desdibujando
la nitidez de tu rostro... 
Aunque de pronto,
cómo regalos inesperados
me vienen recuerdos, claros y diáfanos…
Unas veces sorprendida
por un aroma cómplice, 
que sin ningún reparo
me hace viajar en el tiempo
a aquella cocina, ese lugar tan tuyo, tan nuestro...
Otras, asaltada por momentos fugaces, 
que provocan distintas emociones en mi,
alegría, tristeza, diversión, enfado,
 y, sobre todo, empezar a entenderte...
¡Debí de soñarte!
Porque ya no estás, 
no hay posibilidad de escribir algo nuevo juntas,
de encontrarnos, 
desde este lugar
en que pueda verte con los ojos 
que va dando la madurez y el transcurrir de la vida,
tan igual y tan distinta, 
aunque tú fueras siempre la misma,
la que  mis labios ya no llamarán 
“mamá”.




No hay comentarios: