miércoles, 29 de enero de 2014

Se nos olvidó

Se nos olvidó que nacimos fruto del amor (en el mejor de los casos) y el deseo, de dos personas que en un momento dado... sus vidas se encontraron.

Se nos olvidó que nos fuimos constituyendo cómo somos, a partir de la ternura y el afecto de nuestros padres.

Se nos olvidó o quizás nunca fuimos conscientes, de lo importante que fue para nosotros jugar (probar, experimentar, divertirnos, elaborar situaciones complicadas, desarrollar nuestra imaginación, etc.). Sí, claro todo esto hacemos mientras "perdemos el tiempo jugando“”… y por eso lo ganamos, aplastando  a nuestros hijos con mil actividades, eso sí, programadas y adecuadas.

Se nos olvidó que las etapas hay que atravesarlas, no quemarlas, contaminarlas o no permitirlas… ¿Dónde quedo nuestro recuerdo? Lo necesitamos para que nos acompañe y así poder acompañar sin empujar, estirar ni zarandear.

Se nos olvidó la importancia de los límites coherentes, muchas veces, brillando por su ausencia. Y dejando a nuestros hijos vagando en la confusión, sin referentes ni referencias.

Se nos olvidó que un buen padre, no es  un padre perfecto, sólo suficientemente bueno y presente.

Se nos olvidó que la vida va engarzada con dolor y satisfacción, con alegría y tristeza, con presencia y ausencia, con esfuerzo y deseo… ¡Se nos tuvo que olvidar!, sino no entiendo cómo los zambullimos en la tierra del placer, lo rápido y eficiente.

Se nos olvidó lo lento, lo sencillo, lo cotidiano y nos dejamos seducir por lo efímero del poder, del aparentar del consumismo, de las prisas, del hacer, del llegar… ¿Pero dónde? Si también se nos olvido el esfuerzo, la constancia, la satisfacción del camino…


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